Recorrer las calles del Barrio Alto de Fuentelespino de Haro para escuchar en profundidad y comprender la verdad de un pueblo, entendiendo el concepto de verdad como la realidad de los hechos acaecidos en un intervalo histórico de tiempo en ese lugar, fue el papel del público que acudió en masa a la Ruta Teatralizada de la Iranzada.
El punto inicial de la ruta dirigida y escrita por Teresa Valeriano y promovida por el Excmo. Ayuntamiento de Fuentelespino de Haro sitúa al público en el Museo Miguel Lucas de Iranzo. Esa noche, el alcalde Benjamín Prieto hizo su papel de alcalde, discreto como siempre y ofreciendo acogida a los visitantes, a los que minutos antes de que se iniciara el evento, mostraba el Patrimonio de la Casa Museo. Benjamín, alcalde y vecino, se unió al público como espectador, para sorprenderse y disfrutar con los logros de su pueblo. Un pueblo vivo no son solo sus calles, más o menos limpias, sus casas, más o menos conservadas, su Patrimonio, más o menos valorado, sus fiestas, más o menos concurridas, sus Tradiciones, más o menos preservadas, sus servicios, más o menos ofrecidos, sus recursos, más o menos abundantes y utilizados. Un pueblo vivo son sus gentes, las que lo habitan en este momento histórico. Un pueblo sin personas es un despoblado y Fuentelespino de Haro demostró ser un pueblo vivo y con la actitud palpable de no perder esa característica.
La Iranzada no solo nos situó en el momento histórico anterior a mediados de siglo XIX, sino que revivió la insigne figura del Condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo para hacer el recorrido junto a su comitiva a la que se incorporaba el público. En cada una de las escenas se planteó un diálogo cultural costumbrista y popular de oficios y tradiciones representado por mujeres, hombres y niños, tal y como les fue transmitido por sus anteriores generaciones. La comunicación jugó ese importante papel, ya que el habla de Fuentelespino de Haro fue también en la ruta un producto social característico y una herramienta y medio de cultura que conectó con el gracejo y el sentido del humor irónico de la vida que constituye el retrato del pueblo. La música tradicional jugó un papel importante en la noche, desde el tambor y la corneta al Canto de los Segadores o el manteo del pelele y las danzas melódicas junto al fuego de las luminarias.
De la magnífica representación de todos los actores y la colaboración ya he hablado en otro artículo, donde cada movimiento, escenario y gesto estaba planificado de forma intensa y estratégica. Los actores se crecieron y sacaron lo mejor de sus personajes conectando con la emoción de un público entregado, que escuchaba en silencio una actuación desarrollada a capela.
El actor principal Diego de Haro, un joven plenamente arraigado a la localidad, con grandes dotes artísticas personificaba a Miguel Lucas de Iranzo. Su parecido con el Condestable es tal, que podría decirse que sus propios genes vibraban a través de él. Con una serenidad inquebrantable y generando expectación en el recorrido de los oficios, tradiciones y logros del pueblo fue llevando el hilo conductor de la ruta y actuando con determinación y garra en los momentos que han hecho historia logrando que el público que era el tercer actor de la noche, se sintiera conectado con el orgullo de esta patria chica.
Su capacidad de reiniciar y adaptarse de nuevo a la repetición de las escenas para que nadie se quedara sin presenciar el recorrido se convirtió en un testimonio de su fuerza como actor, consiguiendo que toda la plaza se despidiera con vivas a Fuentelespino de Haro, a San Antonio y a la Iranzada.
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